El caso de un holandés que asesinó a su novia en el interior de una cárcel de Lima y la enterró dentro de su celda hace más de tres meses, en un insólito hecho que sólo se conoció este lunes, puso en evidencia la absoluta falta de control en las prisiones peruanas.
El caso de un holandés que asesinó a su novia en el interior de una cárcel de Lima y la enterró dentro de su celda hace más de tres meses, en un insólito hecho que sólo se conoció este lunes, puso en evidencia la absoluta falta de control en las prisiones peruanas.
Jason Sanford Staling Conquet, de 32 años, confesó su crimen ante autoridades del penal de Lurigancho, el más poblado del país, luego de detectarse que de su celda emanaban olores fétidos debajo de un muro de concreto a modo de banca que él mismo construyó, según informó un comunicado de la Policía Nacional
"El holandés en agosto en una fecha que aún no se puede determinar recibió la visita de su pareja, Leslie Paredes Silva (22 años, peruana); al parecer se produjo unas discusión y el interno terminó ahorcándola", dijo el presidente del Instituto Nacional Penitenciario (Inpe) Wilson Hernández a la radio RPP.
"También confesó ante la policía que había construido una especie de banca de cemento en su celda y había enterrado ahí a su pareja", añadió.
Tras esa revelación las autoridades penitenciarias comunicaron el hecho al Ministerio Público, cuyos funcionarios llegaron hasta la celda y extrajeron el cadáver, que fue trasladado este lunes a la morgue de Lima.
Sanford Staling se encuentra preso cumpliendo una condena de seis años y ocho meses por narcotráfico, delito en el que es reincidente, informó a la AFP una fuente de la cárcel de Lurigancho. Anteriormente había cumplido una condena de seis años por el mismo delito.
El comunicado de la policía aseguró que se iniciará una investigación y que se sancionará drásticamente a su personal encargado de la seguridad del penal que pudiera resultar involucrado.
El penal de Lurigancho, construido al este de Lima en los 60 para albergar a 2.000 presos, afronta desde hace años un grave problema de hacinamiento con una población actual de más de 8.000 presos.
El caso puso en evidencia la inseguridad y falta de controles en los penales del país.
"Hay una gravísima negligencia o corrupción en este caso registrado en la cárcel más poblada del país donde el control es una necesidad absoluta", dijo a la AFP Wilfredo Pedraza, ex director del Inpe.
"El hecho de que un visitante no salga del penal tendría que haber generado en la policía una inmediata investigación", añadió Pedraza al subrayar que en Lurigancho existe una "ausencia casi completa de control".
Hernández, actual director del Inpe, salvó la responsabilidad de su institución señalando que la seguridad interior y exterior del penal está a cargo de la Policía Nacional que, aseguró, es la que tiene que informar.
"En los días de visitas hay gran cantidad de familiares que llegan a la cárcel y la policía tiene un sistema de control que recorre celda por celda para verificar la salida de las visitas; sin embargo este es, seguramente, un caso de negligencia", refirió.
Pedraza hizo notar que es probable que el asesinato haya sido conocido por los compañeros de pabellón del holandés, algunos de los cuales podrían haber colaborado en el entierro o simplemente haber visto lo sucedido.
"Pero existe un código de silencio en el interior del penal entre los propios presos para no denunciar ninguna situación que ocurra dentro", dijo.
Sanford Staling es el segundo holandés envuelto en asesinatos este año en Perú.
Joran Van der Sloot, de 23 años, fue detenido en mayo pasado acusado de asesinar en un hotel de Lima a la joven Stephany Flores, de 21 años. Se le acusa también de la desaparición el 30 de mayo de 2005 en la isla caribeña de Aruba de la joven estadounidense Natalee Holloway del estado norteamericano de Alabama, que entonces tenía 18 años
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